En la búsqueda de equilibrio y bienestar, exploramos distintas vías para comprender y mejorar nuestra conexión con el universo y nuestro propio ser. Al respecto, una de las filosofías que ha ganado gran relevancia es la de los chakras. Estos centros energéticos, descritos como vórtices giratorios de vitalidad, han sido objeto de estudio y práctica durante milenios, encontrando su origen en las antiguas tradiciones de la India y expandiéndose por diferentes culturas y civilizaciones a lo largo del tiempo.

¿Qué son los chakras?

En esencia, los chakras -palabra derivada del sánscrito que significa literalmente «ruedas»- son puntos de conexión entre nuestra energía vital y distintos aspectos de nuestro ser, tanto físicos como emocionales y espirituales. Se cree que existen en nuestro cuerpo una red de 72.000 Nadis o canales a través de los que fluye esta energía –o Prana como también se le conoce- nutriendo y vitalizando nuestra existencia.

Cada uno de estos chakras se encuentra vinculado a diferentes regiones de nuestro cuerpo físico y a ciertos aspectos de nuestra experiencia emocional y espiritual. Cuando estos centros energéticos operan en armonía y equilibrio, la energía fluye de manera fluida y sin obstáculos, promoviendo la salud y el bienestar integrales. Por el contrario, cuando los chakras se encuentran bloqueados o desequilibrados, pueden manifestarse diversas dolencias tanto a nivel físico como mental y espiritual.

Es importante destacar que los chakras no pertenecen a una única tradición religiosa, sino que representan una filosofía que ha sido abrazada y adaptada por diversas culturas a lo largo de la historia. Si bien, sus primeras menciones se remontan a antiguos textos hindúes y budistas, la noción de una “anatomía energética” ha sido explorada y comprendida de distintas maneras por civilizaciones en todo el mundo, desde la China antigua hasta las culturas maya, griega y egipcia, entre otras.

En este sentido, el estudio y práctica de los chakras ha evolucionado a lo largo de los siglos, encontrando su mayor reconocimiento en tiempos más recientes gracias a la difusión de enseñanzas como las del Sri-Tattva-Cintamini, en el siglo XVI. Esta obra que detallaba los chakras primarios y sus potenciales fue traducida en 1919. Al día de hoy, el conocimiento sobre los chakras se integra en diversas disciplinas y prácticas curativas, como el yoga, el reiki y la meditación, entre otras.

¿Cuántos chakras tenemos y cuáles son?

Una pregunta que comúnmente surge al explorar este tema es ¿cuántos chakras hay en el cuerpo? Aun cuando las tradiciones más antiguas sugieren la existencia de una gran cantidad de estos centros energéticos, fue en el siglo XIX cuando se popularizó la noción de los siete chakras primarios. A diferencia de esta, algunas corrientes, como la de Sri Amit Ray, plantean la posibilidad de hasta 114, destacando la importancia de trabajar en la armonización de todos estos puntos de energía para alcanzar un estado de equilibrio y plenitud.

Independientemente de esta amplia variedad, es común que nos enfoquemos en los siete chakras principales como punto de partida en nuestro camino hacia el autoconocimiento y la sanación integral. A continuación, os explicaré brevemente cada uno, mencionando la faceta única de nuestra experiencia humana y energética a la que corresponde. Estos centros de energía, situados en distintas regiones del cuerpo, nos ofrecen la oportunidad de entender y equilibrar aspectos fundamentales de nuestro ser.

Muladhara o raíz, el primero de los siete chacras

En primer lugar, encontramos el Muladhara o chacra raíz, que se encuentra en la base de la columna vertebral, entre el ano y los genitales. Representa nuestras emociones relacionadas con la supervivencia, la estabilidad y la autosuficiencia. Su símbolo, compuesto por una flor de loto de cuatro pétalos, un cuadrado y un triángulo orientado hacia abajo, refleja el nacimiento de la conciencia humana. Cuando este centro energético está desequilibrado, pueden surgir sentimientos de inestabilidad, falta de propósito y temor. Pero, al lograr su equilibrio, experimentamos estabilidad, seguridad y fortaleza interior.

Svadhishthana Chakra o chakra sacro

El segundo de los chakras, Svadhishthana o sacro, está a unos cuatro dedos por debajo del ombligo y está asociado con el elemento agua y con nuestras necesidades básicas de sexualidad, creatividad y autoestima. Su representación gráfica, compuesta por múltiples círculos, una luna creciente y seis pétalos de flor de loto, nos recuerda la naturaleza cíclica de la vida. Un chakra sacro desequilibrado puede manifestarse como falta de energía, irritabilidad y bloqueo creativo. Mientras que en equilibrio nos brinda vitalidad, alegría y conexión intuitiva.

Manipura Chakra o chakra del plexo solar

Seguidamente, el tercero de los chakras, el Manipura o del plexo solar, se sitúa entre el ombligo y la parte inferior de la caja torácica. Tiene relación con el elemento fuego y emociones como el ego y la agresión. Se representa con un triángulo dentro de una flor de loto de diez pétalos. El primero simboliza nuestra fuerza interior. En cambio, la decena de pétalos concuerdan con el mismo número de emociones negativas que debemos superar. Por cierto, su desequilibrio suele manifestarse con problemas digestivos, emociones negativas como la ira y la falta de autoestima. Y al equilibrarlo, nos sentimos más enérgicos, concentrados y seguros de nosotros mismos.

Anahata Chakra o chakra del corazón

Luego, tenemos el Anahata chakra o del corazón, ubicado, precisamente en la región cardíaca. Su vínculo es con emociones como el amor, la compasión y la confianza. Los dos triángulos superpuestos formando un yantra que componen su símbolo, evocan el equilibrio entre fuerzas opuestas. Un chakra del corazón desequilibrado puede expresarse mediante ira, falta de confianza y ansiedad. A la inversa, si logramos equilibrarlo nos brinda una sensación de compasión, optimismo y conexión con los demás.

Vishuddha Chakra o chakra de la garganta

El Vishuddha o chakra de la garganta se sitúa en la base de dicha zona, coincidiendo con la glándula tiroides. Corresponde con la expresión sana y la comunicación efectiva y su símbolo es una flor de loto de 16 pétalos que rodea un triángulo invertido. Este representa el crecimiento espiritual y la purificación del ser.

El bloqueo de este chakra hace que experimentemos dificultades para expresarnos y comunicarnos de manera efectiva. Ahora bien, al equilibrarse, nos permite manifestar nuestra creatividad, expresarnos de forma positiva y establecer conexiones significativas con los demás.

Ajna, el más famoso de los chacras

Sin duda, el Ajna es el más célebre de los chacras en la cultura popular por su apelativo “chakra del tercer ojo”. Está entre las cejas y es conocido por su papel en el desarrollo de la intuición y la sabiduría. Su símbolo, un triángulo invertido dentro de un círculo entre dos pétalos de loto, representa la búsqueda de la verdad y el autoconocimiento. Este chakra es fundamental en nuestro viaje hacia la conciencia espiritual y la liberación del karma pasado. A propósito de este tema, te sugiero leer mi artículo sobre la biodescodificación.

Cuando el chakra del tercer ojo está desequilibrado, podemos experimentar dificultades para concentrarnos, dolores de cabeza y falta de claridad mental. En contraste, cuando está en equilibrio nos brinda una mayor percepción, claridad mental y conexión espiritual.

Chakra Sahastrara o de la corona

Por último, el Chakra Sahastrara o de la corona está justamente en la coronilla de la cabeza y es el centro de la espiritualidad y la iluminación. Tiene por símbolo un anillo de mil pétalos de loto que rodea un triángulo invertido que alude la conexión con lo divino y la realización espiritual. Cuando este chakra está bloqueado, podemos sentir frustración y desconexión espiritual. Si su balance es correcto, nos lleva a una comprensión más profunda de nosotros mismos y del universo, promoviendo la paz interior y una perspectiva clara del mundo que nos rodea.

Conocer y armonizar nuestros chakras mejora nuestra salud física y espiritual

Ciertamente, los chakras nos ofrecen una ventana hacia el autodescubrimiento y el equilibrio interior. Al comprender y armonizar estos centros energéticos, podemos cultivar una mayor conexión con nuestro ser y experimentar una vida plena y significativa en todos sus aspectos. Este conocimiento nos guía en nuestro viaje hacia la realización personal y espiritual.